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02 mayo 2015

CUANDO TU BANCO TE MIRA MAL

Por aquí, por internet, decimos que las cosas cambian muy deprisa, pero la mayor parte de las veces no nos molestamos en explicar estos cambios a los más mayores, o a los que no teniendo tantos años viven un poco apartados del barullo.
Hay un tema que nos interesa a todos y que a todos debería preocuparnos: los bancos.
El tema es bastante sencillo en el fondo y si hablásemos de bares, todo el mundo lo entendería. El tabernero quiere que vayas a su local para que le dejes ganancia. Es evidente, ¿no? ¿Qué pensaría de nosotros el del bar si entrásemos todos los días a leer el periódico, a usar el cuarto de baño y a utilizar los palillos sin consumir nada? Pues que ojalá nos marchásemos de allí cuanto antes.
Y eso les pasa a los bancos. Pero nos cuesta más entenderlo.
No comprendemos o no queremos asumir que el dinero que tenemos en las cartillas de ahorro ni lo quieren ni les sirve para nada. . ¿Cuánto nos pagan de intereses por ese dinero? Nada y menos. Y esta vez no es un dicho, sino que va en serio: nos pagan menos que nada porque a fin de año los intereses son menores que las comisiones de mantenimiento.
Para los bancos solo somos clientes si gastamos y les dejamos ganancia.
¿Tiene usted tarjeta? Pase.
¿Gasta dinero con la tarjeta? Bienvenido.
¿Contrata un seguro con nosotros? Buenas tardes.
¿Tiene con nosotros un préstamo o una hipoteca? Nos alegramos de verle.
¿Es usted el típico paisano que tiene aquí los ahorros, viene a actualizar la cartilla, no quiere que le cobren comisiones, no tiene tarjeta, ni seguro, ni debe un duro a nadie, ni hace más movimientos que el ingreso de la pensión? Marche a tomar por saco de aquí con viento fresco, que estamos para ganar dinero y no para poner a un empleado que le atienda a usted por la cara, a cambio de nada.
No te lo dicen, de momento, pero cada día te lo hacen ver más claro.
Las cosas han cambiado. Tener dinero ya no es ser un buen cliente. La cosa es gastarlo. La cosa es darlo a ganar. Como en el bar. Como en el pescadero…
La alternativa, por supuesto, es tener el dinero debajo de la teja. Una alternativa no tan mala, por cierto, teniendo en cuenta la nueva normativa.

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